La realidad económica vs la realidad estadística de Bolivia
La situación económica de Bolivia ha experimentado diferentes rachas que van de un extremo a otro (muy buenas o muy malas). Esto debido a diferentes efectos externos que han servido como un empujón hacia el crecimiento o un obstáculo que ha afectado a la sociedad.
En el 2014, cuando concluyó el boom de las materias primas, Bolivia se enfrentó a una serie de medidas para mantener alto el crecimiento económico. Entre ellas se destaca el gasto público y el crédito interno, provocando efectos negativos como el déficit público y la reducción de las reservas internacionales.
A pesar de ello, la percepción de la sociedad respecto a la economía no se ha visto afectada considerablemente, al contrario, para algunos sectores el periodo posterior al 2014 ha sido sinónimo de estabilidad y crecimiento.
Posterior al período de “tranquilidad”, se presentó un acontecimiento inesperado: la pandemia, debido a sus efectos, existió una recesión a nivel mundial que fue arrastrando al comercio internacional hacia cuellos de botella (procesos tardíos en los que llega un producto de un país a otro). Todo esto se provocó por el cierre de fronteras y las diferentes medidas de aislamiento que fueron aplicadas en casi todo el mundo.
Después de un mayor control de la crisis sanitaria, una reducción de los casos diarios y una mayor certidumbre en la forma de contagio del virus, las medidas se fueron suavizando y, a su vez, las actividades económicas fueron reactivándose. En ese periodo, empezó a notarse un proceso de recuperación de la economía.
Existen algunos datos alentadores hasta el segundo trimestre del 2021: el crecimiento acumulado del PIB del 9,4%, la recuperación de 459,4% en la inversión extranjera directa durante el primer semestre del año, un crecimiento continuo del Índice Global de Actividad Económica (IGAE) superior al 9%, entre otras cifras optimistas.
¿Por qué los datos económicos alentadores no son congruentes con la realidad económica de Bolivia?
Desempleo y subempleo
Es necesario saber interpretar los datos y ver más allá del crecimiento económico o la reducción del desempleo. Para ver la condición actual de los trabajadores, es esencial conocer el subempleo que existe.
El subempleo se da cuando un individuo que es altamente calificado a nivel de formación, se encuentra en una posición inferior a la que debería estar, lo que podría generar que trabaje menos horas con una menor productividad.
El desempleo bajó desde el cierre de la gestión pasada de 8,2% a 6,4% hasta julio de este año. Sin embargo, según los datos de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB) la tasa de subocupación alcanzaba al 13% y creció muy por encima del desempleo
También se debe considerar que de acuerdo con los datos de la Encuesta de Hogares del INE, el 61% del empleo que existe en el área urbana pertenece a la informalidad. Si bien este sector contribuye con el crecimiento económico, también genera malestar en otros sectores de la economía ya que, al no estar regulado genera situaciones preocupantes como el contrabando, el trabajo infantil, salarios bajos y la desprotección laboral.
Por el lado optimista se puede evidenciar que, al fin y al cabo, ha existido un incremento de los empleos y que, si bien pueden llegar a presentar condiciones precarias, el aporte netamente económico es mejor que cero. A nivel de región, la tasa de desocupación a agosto de este año de Bolivia fue del 6,3%, lo que le permitió figurar como la segunda más baja después de Ecuador (6,2%).
El problema de la informalidad
El problema de la informalidad tiene origen en una serie de factores que pueden estar sujetos a la interpretación de cada persona, entre ellos priman algunos como: la cantidad de impuestos, la falta de empleo en el sector formal, la exigencia de requisitos para establecer algún tipo de negocio formal y en general, las costumbres de la sociedad (el hecho de pedir rebaja en un producto a cambio de no tener factura).
El contrabando es un efecto de la informalidad, ya que frente a empresas debidamente formadas, un producto de contrabando con precios menores es más atractivo para cualquier consumidor. Durante los primeros 6 meses de este año, la Aduana boliviana decomisó un total de 34,9 millones de dólares de mercadería en contrabando, un 67% más que el año pasado.
En general, la incongruencia entre los datos alentadores y la situación actual está explicada por factores que no son percibidos por cifras exactas. El desarrollo general de un país no siempre está expuesto en cada región, cada industria. Es por ello que las percepciones de los agentes económicos pueden variar, acompañado de la tensión política-social que genera efectos en la inversión privada.